sábado, 6 de junio de 2009

AC/DC ARRASA EN MADRID

Hace mucho tiempo, dos hermanos sellaron un pacto con el Diablo: mientras ofrecieran al mundo su talento musical y un directo electrizante, el Señor del Mal les otorgaría las fuerzas necesarias para el viaje.
Con Brian Johnson al micrófono, Cliff Williams extrayendo rugidos de su bajo, Phil Rudd machacando la batería y los Young rasgando sus guitarras hasta decir basta, AC/DC sirvió en bandeja de plata un recital a la altura de las expectativas.

La banda australiana AC/DC volvió a dar una lección magistral de rock en Madrid , tan sólo dos meses después de su esperado regreso a la capital de España con la gira de promoción de su último disco, Black ice .

Los veteranos rockeros hicieron las delicias, una vez más, de un público aún mayor en número y reventaron el Vicente Calderón como hacía tiempo que no se veía en los partidos del Atlético: más de 60.000 personas .

El ambiente llevó al grupo en volandas y, si ya el hecho de verles sobre el escenario es todo un desafío al paso del tiempo, esta noche además fueron capaces de desafiar a otro tiempo, el atmosférico, para ganar la partida por goleada.

Ni la lluvia ni el súbito descenso de las temperaturas deslucieron un 'show' que venía programado al milímetro, como ya es habitual en AC/DC.

Tan sólo basta con mirar el 'setlist' de la gira , en el que no faltan los temas de su nuevo disco - Rock n' roll train , Big Jack , entre otras-, más los himnos que el respetable reclama en cada concierto - Hell's bells , The Jack , Back in Black y, como no, Highway to Hell - para cerrar con la salva de cañonazos que acompaña a For those about to rock . Todo medido y ajustado, sin torcer ni un solo renglón.

El quinteto liderado por los hermanos Young hace caso del dicho que defiende que la mejor improvisación es la que se plasma por escrito y tienen calculado cada gesto, cada guiño para la galería, para que no falte ningún detalle. Así han construido su leyenda y de esa manera aguantan sobre el escenario desafiando a las arrugas y los achaques.

Mención aparte merece la frescura que todavía luce el menor de los Young, Angus , a quien el uniforme de colegial le sigue sentando igual que en su etapa escolar.

No faltó su homenaje personal en el inabarcable solo de guitarra de Let there be rock , otro de los 'peajes' que el público exige a la banda en cada espectáculo.

Si bien el sonido jugó alguna mala pasada al vocalista Brian Johnson, la entrega del público haciendo de multitudinario coro ayudó a tapar ciertos 'agujeros' para conseguir que la noche fuera redonda.

Entre los miles de espectadores, gente de varias generaciones e, incluso, familias rockeras (padres, hijos y abuela).

En cuanto a estilos, desde quien no había tenido tiempo de quitarse la camisa y la corbata a la salida del trabajo, alguno preocupado por ir a la moda pese a las circunstancias, sin faltar las habituales camisetas negras.

Todos -o la gran mayoría- se fueron a sus casa contentos y con las gargantas algo maltrechas, después de haber escuchado, revivido y gritado las canciones que han marcado parte de su vida. El espejo y no lo que vieron sobre el escenario les podrá recordar mejor que el tiempo pasa.

Y mientras, AC/DC sigue a lo suyo: el tren del rock no se detiene y la próxima parada es en el olímpico Lluis Companys de Barcelona.

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