miércoles, 18 de noviembre de 2009

CRITICA CONCIERTO DE RAMMSTEIN EN BILBAO

Una gran noche de Metal y teatro la que se vivió en el BEC, y que será difícil de superar en bastante tiempo. No os perdáis la gira de Rammstein porque no os arrepentiréis. Los teloneros, Combichrist, de quienes no tenía referencias, cumplen un buen papel. Hacen un Metal Tecno-industrial con dos percusionistas, un teclista y un cantante embutido en un mono de cuero que no para de correr y saltar, sin perder un ápice de poder vocal. No son mi estilo, pero reconozco que explotan muy bien su propuesta.
Empezó el chaparrón de watios a las 22 hs, con extrema puntualidad. El escenario, de dos plantas y en el cual se distribuían los músicos de tres en tres (Batería, teclista y bajista arriba; guitarras y voz abajo), quedó a la vista a la caída del telón, que previamente había sido destrozado en parte para que los tres primeros accedieran a las tablas. El griterío era monumental por aquel entonces, el público llevaba un buen rato coreando el nombre de la banda y daba la sensación de que los asistentes estaban entregados a priori. Cuando estalló "Rammlied" aquello fue simplemente estremecedor: brazos en alto y botes al unísono.

No dijeron ni buenas noches ni eskerrik asko ni Bilbao ni nada. Sólo en la despedida dieron las gracias en euskera y castellano, pero sin grandes aspavientos. Estos tíos salen ahí, aplastan todo a su paso y se acabó. Nadie parecía exigirles nada aparte. Insisto en que el público estuvo de 10. Durante los primeros siete temas aquello era una marea de puños y de gente saltando al ritmo de los pesados ritmos de Rammstein. Algún capítulo me había perdido en el Metal, pues no imaginé que hubiera un grupo, aparte de los clásicos, que concitara semejante adhesión. Impresionante.
Todo esto, aderezado con llamas, explosiones, pirotecnia y números de teatro que hacen reír al personal. Los sketches entre tema y tema me recuerdan a lo que hacen Lordi en sus shows, y el fuego y la luz no tienen nada que envidiar a lo que ofrecen Kiss, que ya pueden espabilar en su próxima gira para no quedarse atrás. El vocalista, cuyos brazos son como mis muslos, sale con un delantal de cuero rojo al estilo de "La matanza de Texas", para luego dar un recital de poses y andares marciales que enloquecen a la concurrencia. Saca lanzallamas, quema a un espontáneo, patea a su teclista, lo mete en un barreno y le lanza desde una plataforma a diez metros pirotecnia y fuego uno se pregunta cómo sobrevive el tipo y, en definitiva, dirige la función con extrema solidez. Además, su voz es sólida y consistente, no tiene altibajos.El final, previo a los bises, es simplemente atronador: un cañón de espuma dispara litros y litros al públco en medio de explosiones y confetti. Para entonces, el Bizkaia Arena había estado a punto de quebrar con la interpretación de "Du hast".

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